DATOS GENERALES
Origen
Si bien
es posible que los efectos psicológicos del opio ya fueran conocidos
por los antiguos sumerios, la primera referencia indudable al jugo de
amapola se encuentra en los escritos de Teofrasto en el siglo III a.C.
Los médicos árabes eran muy versados en el uso del opio que se disemina
por todos los territorios dominados por el Islam en pastillas que a
veces llevaban impreso el sello mash
Allah (presente de Dios). En Roma el opio fue ampliamente utilizado
y era, junto con la harina, un bien de precio controlado con el que
no se permitía especular. Los mercaderes árabes introdujeron el compuesto
en Oriente donde se utilizó principalmente para el control de la disentería.
Se le
atribuye a Paracelso haber popularizado nuevamente el empleo del opio
en Europa, ya que había caído en desuso debido a su toxicidad. En el
siglo XVIII fumar opio se hizo popular en Oriente. En Europa, la fácil
disponibilidad del mismo llevó a cierto grado de abuso, pero el problema
nunca llegó a ser tan prevaleciente ni tan destructor de la sociedad
como el abuso del alcohol.
Etimología
La palabra
opio deriva del nombre griego opion
para "jugo", ya que el compuesto se obtenía del jugo de amapolas.
Identificación
Puede presentarse como una resina
color marrón oscuro o como una piedra negra y quebradiza. La consistencia varía según el tiempo de exposición al aire y los procesos de refinación. |
Composición
El
opio es el jugo de las cápsulas de adormidera. Éstas se ponen a gotear
en sacos de yute colgados a la sombra, el líquido resultante se amasa
y se divide en "bolas de opio" de 300 gm aproximadamente.
El opio, contiene más de 20 alcaloides diferentes, entre los principales se encuentran papaverina, tabaína, morfina y noscapina. |
Formas de adulteración
Debido
a la ausencia de controles de calidad, en el mercado negro el opio puede
mezclarse con goma arábiga, quinina, lactosa, y substancias similares.
También puede contaminarse con bacterias, virus, hongos o partículas.
FARMACOLOGÍA
Mecanismo de acción y formas de empleo
A través
de la historia, este psicoactivo ha sido administrado de diversas maneras.
Los polvos y las preparaciones de opio con alcohol (láudanos y tinturas)
se ingieren por vía oral. Cuando el opio se presenta en forma de piedra,
ésta se desmorona y se fuma en una pipa convencional en cuyo fondo se
asienta un poco de tabaco o marihuana para facilitar la consumación. Cuando se adquiere en bruto, el opio debe refinarse para transformarse
en chandoo antes de ser fumado.
En forma casera esta operación puede realizarse disolviendo el opio
en agua destilada. El agua se hierve y se filtra. El proceso se repite
tres veces hasta que la masa adquiere una consistencia de jarabe. Éste
se vierte en una cazoleta de barro semiesférica, provista de un cañón
que se adapta a un tubo de unos cuarenta centímetros de largo que es
la pipa.
Los
efectos del opio comienzan entre los 15 y los 30 minutos después de
su ingestión o entre los 3 y los 5 minutos después de ser fumado y duran
entre 4 y 5 horas. Al llegar al cerebro, los alcaloides del opio ocupan
los receptores específicos de ciertos neurotransmisores genéricamente
llamados endorfinas que se producen de forma natural dentro del cerebro
humano. La mayoría de ellos actúan como agonistas fijándose a las tres
categorías de receptores de opioides descubiertas hasta ahora en el
SNC y que se designan con las letras griegas mu, kappa y delta. Los
efectos analgésicos y antiestresantes que normalmente producen las endorfinas
se ven incrementados en presencia de los alcaloides del opio.
Usos terapéuticos
Los
médicos griegos preparaban triacas
con distintos contenidos de opio. A partir de la Edad Media, los antiguos
boticarios confeccionan diversos alcoholatos
e hidrolatos, fármacos que
se obtenían al destilar ciertas plantas con vapor de alcohol o con vapor
de agua. Los alcoholatos están subdivididos en alcoholaturas y tinturas.
Las primeras se preparan con plantas frescas y las segundas con plantas
secas. Se les utiliza como analgésicos generales, como remedios para
el insomnio, contracciones uterinas y trastornos gástricos. Los llamados
polvos de Dover (que contienen hasta
un 95% de opio) y la tintura de
opio (5 g de extracto de opio diluidos en 95 g de alcohol) fueron
bastante populares hasta que en 1660 Thomas Sydenham, considerado el
Hipócrates de Inglaterra, inventa el láudano que lleva su apellido y
populariza la siguiente receta: "Tómese vino de España, 1 libra;
opio, 2 onzas; azafrán, una onza; canela y clavo en polvo, de cada uno
un poco; hágase cocer todo esto a fuego lento, al baño maría, durante
dos o tres días, hasta que el líquido tenga la consistencia necesaria;
fíltrese luego y guárdese para hacer uso." (4) Sydenham escribía
en 1680: "De entre todos los remedios a que Dios Todopoderoso le
ha complacido dar al hombre para aliviar los sufrimientos, no hay ninguno
que sea tan universal y tan eficaz como el opio". (22)
En el
curso de los siglos posteriores la admiración de la clase médica ante
los efectos analgésicos del opio y de sus derivados se fue moderando
al conocerse su toxicidad y su capacidad para ocasionar dependencia
física. El conocimiento de estos efectos secundarios considerados indeseables,
aunado a la falta de otros tipos de drogas capaces de ejercer una acción
analgésica tan potente, estimularon una gran actividad de investigación
científica para descubrir opiáceos sintéticos que tuvieran las propiedades
positivas de este fármaco natural pero sin sus características negativas.
Dosificación
Según Escohotado, en su Guía de las Drogas (8), las
dosis bajas de opio fluctúan entre 500 mg y un 1 g; las medias entre
2 y 3 g; las altas entre 4 y 5 g. La dosis letal en sujetos sin tolerancia se
calcula en 10 g. Según varios sitios web donde se comunican los propios
consumidores, esta referencia está mal
y comentan que con el opio de calidad media, que es el normal, opio
crudo, 300-400 mg son ya suficientes para que un neofito tenga una
experiencia notable. Una dosis media estaría entre 300-600 mg de acuerdo
al estado físico-emocional y al grado de tolerancia. (Ver más al
respecto en el blog opium o en los foros de cannabiscafe)
Efectos psicológicos y fisiológicos
Para
Jean-Louis Brau la iniciación al opio no fue muy agradable:
Obtuve los mismos resultados en mis dos primeras experiencias: náuseas, vómitos, dolor de cabeza seguido de sueño pesado, y al día siguiente un despertar desagradable... Según opinión de los grandes fumadores, hay que saber superar el estado preliminar, acostumbrar el organismo a la droga a fin de poder saborear los beneficios del "ídolo negro"... Jean Cocteau aconsejaba acercarse al opio como "conviene acercarse a las fieras: sin miedo", y sostenía que el mayor peligro estaba en fumar "contra un desequilibrio". En verdad el opio es una de las drogas menos peligrosas. (4)
En la
obra The secrets of the mind-altering plants of
Mexico, un consumidor anónimo relata:
Si voy a transmitir las sensación producida por el opio, la describiré en términos de una experiencia con la que otros estén familiarizados. Imagínate a ti mismo en el campo o en los pastizales en una tarde calurosa y relajada de verano. Por el momento, estás descansando a la sombra, y te concentras en nada que no sea el zumbido de un avión, lejos, arriba lejos de ti. Ocasionalmente, este sonido es interrumpido por el sonido distante de pájaros e insectos. Tú estás relajado y complacido, y los monótonos sonidos y el clima caliente te producen efectos hipnóticos. |
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No deseas moverte de donde estás; ni siquiera deseas pensar. Así es el opio. La sensación es bastante similar. Si tienes hambre, olvidas que tienes hambre. Si estás deprimido, tu depresión se transforma en una complacencia tranquila. Después de tomar opio entras y sales de un ensueño. No te duermes, pero de ninguna manera estás cabalmente despierto. Es como si estuvieras suspendido en una suerte de "zona intermedia" ["twilight zone"] entre el sueño y la vigilia. Nada importa, y todo está bien. (13)
Estas
experiencias coinciden bastante con el estereotipo del consumidor
pasivo de los fumaderos cinematográficos, sin embargo, en sus célebres
Confesiones de un opiómano inglés, Thomas
de Quincey dice que el opio (que consumía en forma de tintura) no
lo llevaba a buscar la soledad "y mucho menos la inactividad,
o el estado de torpeza y autoinvolución atribuido a los turcos."
Al comparar al alcohol
con el opio, sostiene que:
El placer causado por el vino va siempre en asenso y tiende a una crisis, tras la cual desciende; el del opio, una vez generado, se mantiene estacionario durante ocho o diez horas [...] |
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Pero la distinción fundamental radica en que mientras el vino desordena las facultades mentales, el opio, por el contrario -si se toma en forma adecuada-, introduce en ellas el más exquisito orden, legislación y armonía. El vino le roba al hombre la autoposesión; el opio la refuerza enormemente. El vino turba y nubla el juicio y da un brillo preternatural y una exaltación vívida a las admiraciones y los desprecios, los amores y los odios del bebedor; el opio, por el contrario, los aquieta y restablece el juicio [...] la expansión de sentimientos más benignos propia del opio no es ningún efecto febril, sino una sana restauración de ese estado que la mente debería recobrar naturalmente con la eliminación de cualquier irritación profunda y del dolor que la hubiese turbado enfrentándose a los impulsos de un corazón originalmente justo y bueno [...] En suma, por decirlo en una palabra, el hombre ebrio está y siente estar en una condición que da la supremacía a la parte meramente humana, y con frecuencia a la parte brutal, de su naturaleza, mientras que el que toma opio siente que la parte más divina de su naturaleza es la que manda; es decir, que los efectos morales se encuentran en un estado de serenidad sin nubes, y la gran luz del intelecto majestuoso domina todo. (19)
A nivel
físico, el opio provoca una disminución de la temperatura y el ritmo
de funcionamiento corporal, contracción de las pupilas y estreñimiento.
El consumo inmoderado ocasiona mala asimilación de los alimentos, trastornos
digestivos e insuficiencia hepática; y en casos graves de abuso reiterado:
insuficiencia respiratoria, congestión pulmonar, asma o angina de pecho.
No existe ningún reporte sobre posibles daños genéticos en bebés cuyos
padres consumen opio habitualmente.
Potencial de dependencia
El opio
provoca tolerancia y dependencia física y psíquica (ir al apartado de
¿Qué es una
droga psicoactiva? para consultar información detallada
al respecto de los receptrores cerebrales de los opiáceos y la forma
en que ocasionan la dependencia física).
Un síndrome de abstinencia leve puede surgir hasta con 15 y 30 mg
diarios administrados durante dos o tres meses. Sus síntomas se presentan
entre las 48 y las 72 horas posteriores al retiro; se caracterizan por
ansiedad, inquietud, irritabilidad, lagrimeo, dolores articulares, insomnio,
transpiración excesiva, dilatación de pupilas, escalofrío, diarrea y
calambres musculares. Estos síntomas se experimentan alrededor de una
semana. La Fundación para la Investigación del Alcoholismo y la Drogadicción
de Toronto Canadá informa que de cualquier manera, el síndrome de abstinencia
provocado por los opiacos es mucho menos peligroso que el síndrome de
abstinencia generado por el alcohol y los barbitúricos. (18)
Un connotado
usuario de drogas afirma que para combatir la depresión del sistema
respiratorio provocada por una dosis excesiva de cualquier opiáceo,
la cafeína, la anfetamina
y la cocaína son buenos remedios inmediatos (9). De acuerdo a fuentes
médicas, el mejor tratamiento de la sobredosificación o sospecha de
sobredosificación es la naloxona (Narcan®) que funciona como antagonista
de los opiáceos, en dosis de 0.4 mg por vía intravenosa. Si se ha tomado
una sobredosis los resultados son espectaculares y ocurren a los dos
minutos. (16)
HECHOS INTERESANTES
Régimen legal actual
El opio
es una substancia prohibida,
perteneciente a la Lista I.
En la práctica esto significa que no hay autorización alguna para comercializar
el opio con fines recreativos. Lo único que se autoriza después de estrictos
y burocráticos trámites es la producción de algunos de sus alcaloides
destinados a cubrir "necesidades médicas legítimas".
La época de los elíxires y las panaceas
Hasta
principios del siglo XIX uno de los sistemas de venta favoritos era
el correo, había una cantidad enorme de farmacéuticos, médicos y charlatanes
que fabricaban preparados a base de alcohol, cocaína, opio, sus derivados
y varias sustancias psicoactivas más. Bálsamos, tónicos, elíxires, ungüentos
y polvos con mayores o menores proporciones inundan las droguerías.
Las cuentas farmacéuticas de Goethe, Novalis, Goya, Coleridge, Shelley,
Byron, Wordsworth, Keats y Walter Scott muestran un consumo regular
de láudano. Se supone que Goya y Walter Scott llegaron a tomar 800 gotas
diarias de láudano, cantidad letal para más de una persona sin tolerancia.
(9) Otros ilustres usuarios de la droga fueron Edgar Alan Poe, Pedro
el Grande, Catalina de Rusia, Federico II de Prusia, María Teresa de
Austria, Luis XV de Francia, Guillermo II de Inglaterra,
así como las casas reales de Suecia y Dinamarca.
Las guerras del opio
Los
chinos sólo habían utilizado la adormidera con fines medicinales, pero
en el siglo XVI los árabes les transmitieron el arte de escarificar
las cápsulas de amapola y con ello, el uso recreativo del opio. La costumbre
se volvió tan popular que las grandes importaciones de adormidera terminarían
desequilibrando las prósperas finanzas chinas por primera vez en su
historia. En 1729 el emperador Yong-Tcheng promulga un edicto prohibiendo
la importación del opio.
El jugo
de adormidera se introduce entonces clandestinamente, primero financiado
por los portugueses y a partir de 1773 gracias a la East India, compañía
inglesa que tiene el monopolio exclusivo sobre las plantaciones hindúes
e incrementa considerablemente el tráfico. Pese a un segundo edicto
que en 1796 aplica la pena capital a contrabandistas y dueños de fumaderos,
la cantidad de opio contrabandeado asciende a una tonelada y media.
Comprobando
que era imposible impedir la entrada ilegal del psicoactivo, el emperador
opta por negociar con los ingleses pactando que la cuantía de las importaciones
de opio habrá de ser compensada con los ingresos de la exportación de
té. La monarquía inglesa no hace gran caso de los acuerdos.
Jean-Louis
Brau relata en su Historia de las drogas (4) que el opio
de contrabando era trocado a lo largo de las costas chinas por
lingotes de oro o de plata y obras de arte antiguas, ya que éstas
empezaban a estar en boga en Europa. Entre los principales traficantes está James Mathelson, un médico de la East India. Ante el inagotable mercado, decide asociarse con Jardine, un barón escocés que encubre el negocio desempeñando el cargo de Cónsul de Dinamarca en Macao. |
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Jardine,
todo un genio comercial, defiende las ventajas de la prohibición sobre
la legalización y logra que el negocio prospere incluyendo a Sir H.
Palmerston, entonces Ministro de Asuntos Exteriores. Utilizando las
sociedades secretas chinas como intermediarias, pronto establecen amplias
redes de distribución.
Para
1820, cuando la pena se extiende a los consumidores, el contrabando
asciende a unas setecientas cincuenta toneladas, por lo que el emperador
y sus consejeros (no pocos de ellos aficionados al opio) se reúnen para
tomar alguna decisión. Un grupo de la corte encabezado por el Ministro
del Consejo Privado, propone legalizar nuevamente el uso y cultivar
adormidera como solución inmediata; otro grupo lidereado por el mandarín
Lin Tseth-su presenta un largo alegato condenando la sugerencia y proponiendo
mano dura para terminar con el problema. Lin convence al emperador y
logra que lo nombren Alto Comisionado Imperial con poderes extraordinarios.
Toda
vez que analiza la situación, Lin comprueba que la prohibición ha ocasionado
graves casos de corrupción entre la burocracia civil y militar. Intentando
poner remedio a la situación, envía a nombre del emperador una carta
dirigida a la reina Victoria con argumentos morales sobre los estragos
del consumo entre la población.
Según relata
Escohotado en su propia Historia de las drogas, la carta
se recibe con asombro en la corte inglesa ya que calculando la
relación entre habitantes, Inglaterra consume bastante más opio
que China. La noticia de que esta panacea en Europa, constituye
un infierno en China, conmociona al reina, quien transmite la
misiva a la Cámara de los Comunes. La Cámara, en una moción aprobada por mayoría absoluta, asegura que resulta "inoportuno abandonar una fuente de ingresos tan importante como el monopolio de la East India en materia de opio." (9) |
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Ante
el nulo éxito obtenido, el comisionado continúa pues con su plan de
imponer mano dura al contrabando y confisca unas veinte mil cajas de
opio, escribe una oda al dios del mar disculpándose por lo que está
a punto de hacer y ordena que arrojen las aguas más de una tonelada
de la substancia infernal. Inmediatamente, Inglaterra declara la guerra
fundando su declaración en «un intolerable atentado contra la libertad
de comercio». Mientras los ingleses envían a su cuerpo expedicionario,
los chinos, organizan un concurso entre treinta letrados, cuyo tema
es la redacción en verso de un parte de victoria. El ganador del concurso
sería designado general de Ning -Poi.
Así
las cosas, el emperador vencido suscribe en 1843 el Tratado de Nankin.
Las cláusulas acordadas fueron: la apertura al libre comercio de cinco
puertos, una indemnización de 21 millones de dólares y la cesión a Inglaterra
de Hong-Kong y Amoy. El opio, por deseo expreso de los ingleses, continúa
bajo prohibición. Mathelson comenta por escrito a sus socios londinenses:
"El mercado padecía una verdadera inundación del producto; la tontería
de Lin aumentará los beneficios." (9)
Veinte
años después, cuando el tráfico inglés de opio a China supera las dos
mil toneladas, hay otro incidente debido a que la autoridad de Cantón
se niega a pagar ciertas deudas a los ingleses; aprovechando el asesinato
de un misionero, Francia forma una coalición con Inglaterra para atacar
nuevamente el territorio chino. Tras una guerra mucho más breve, se
firma el Tratado de Tietsing en 1857. Los ganadores imponen ahora otra
serie de derechos comerciales y de tránsito, libertad completa para
las labores de las misiones cristianas y la legalización de las importaciones
de opio a cambio de un impuesto del 5%. "La opiómana emperatriz
Tse-uhi, firmante del tratado, recomienda oficiosamente seguir resistiendo
a los misioneros." (9)
Situada
en el ambiente internacional de 1872, La vuelta al mundo en ochenta
días, una de las obras más famosas del clásico
Julio verne, describe un fumadero de opio en Hong Kong, territorio chino
en aquel entonces.
Dos
de los personajes secundarios de la historia, Passepartout (el criado
francés del acaudalado londinense Philleas Fog quien ha aceptado
la apuesta de dar la vuelta alrededor del globo terráqueo en
un plazo de 80 días), y Fix (un detective que cree que el jefe
del francés es un ladrón), buscan un bar para tomar una
copa y charlar, pero entran a un fumadero. Julio Verne aprovecha este
escenario para verter sus opiniones en torno al opio, sus usuarios y
la cuestión chino-inglesa en relación a esta droga:
Fix y Passepartout se dieron cuenta que habían entrado en un fumadero, frecuentado por esos miserables, embrutecidos y degenerados a los que la mercantil Inglaterra vende esa funesta droga del opio por un importe anual de doscientos sesenta millones de francos. Tristes millones esos obtenidos de la explotación de uno de los más terribles vicios de la naturaleza humana. El gobierno chino ha tratado inútilmente de oponerse a tal abuso por medio de leyes severas. Inicialmente reservadop a la clase rica, el uso del opio ha descendido a las clases pobres y sus estragos se han hecho incontenibles. Se fuma opio en todas partes, en China; hombres y mujeres se dan por igual a tan deplorable pasión, y cuando ya se hallan acostumbrados a sus inhalaciones no pueden prescindir del opio sin sufrir horribles contracciones estomacales. Un gran fumador puede fumar hasta ocho pipas diarias, pero se muere en cinco años. (24)
El opio según la Enciclopedia Británica
En 1911
la octava edición de la Enciclopedia Británica, contiene una completa
guía sobre cómo se adquiere, como funciona y como se cuida una pipa
de opio: "Tal como puede decirse sobre las conflictivas declaraciones
al respecto", dice la Británica esquematizando docenas de informes
oficiales farmacológicos y de la Comisión Internacional del Opio, "el
fumar opio puede considerarse como algo muy parecido al uso de estimulantes
alcohólicos. Para la gran mayoría de fumadores que usan opio con moderación,
parece que éste actúa como un estimulante que les permite soportar una
gran fatiga y aguantar un tiempo considerable sin, o con muy poco, alimento.
Según los informes sobre este tema, si el fumador efectúa mucho trabajo
activo, parece que el opio no es más pernicioso que el tabaco. Cuando
se toma en exceso, se convierte en un hábito arraigado; pero esto sucede
principalmente con individuos de poca fuerza de voluntad, que sucumbirían
igualmente ante bebidas intoxicantes, y prácticamente imbéciles morales,
a menudo adictos a otras formas de depravación." (18)
Los chinos y la prohibición del opio
en la Unión Americana
Los
Estados Unidos toleran el opio durante toda la época colonial y el primer
siglo de vida independiente, sin embargo éste cae en descrédito cuando
se le relaciona con la gran masa de obreros chinos que trabaja en la
construcción de la vía férrea que comunicaría al Este con el Oeste.
El rechazo hacia la mano de obra barata china, se expresa en la condena
al hábito de fumar opio, argumentando que "socava la tradicional
forma de vida del país". (9)
En 1875
La alcaldía de San Francisco publica un bando prohibiendo fumar opio
en fumaderos. Dos años después, el Congreso californiano promulga un
precepto que prohibe la importación de opio por parte de chinos y en
1890 el Congreso Federal aprueba una ley que limita a ciudadanos americanos
la elaboración de opio para fumar. Teniendo en cuenta que la mayoría
de los anglosajones consumen el opio por vía oral y que la costumbre
de los chinos es fumarlo, los motivos sólo pueden entenderse dictados
por el deseo de recortar los derechos civiles de una minoría. Así lo
entienden los principales historiadores del asunto en sus orígenes,
como Brau (4) y Escohotado (9), quienes invariablemente ligan el movimiento
antichino a la competencia, industriosidad y disciplina laboral de este
pueblo.
En vista
de que el opio continúa consumiéndose clandestinamente, el gobierno
estadounidense organiza una conferencia en Shanghai para "ayudar
a China en su batalla contra el opio". Asisten 13 países. Turquía,
el primer productor, no va, y Persia envía como delegado a un mercader
de opio. Estados Unidos propone controlar el fármaco, Inglaterra se
opone mientras el resto de los delegados europeos no logran entender
que el más antiguo y extendido remedio para tantas afecciones fuese
"maligno e inmoral". La delegación estadounidense condiciona
entonces la reducción de los gastos del servicio de aduanas a la firma
de un acuerdo que insta a los gobiernos a que tomen medidas para la
gradual supresión del opio fumado y a que las naciones no exporten adormidera
y opio a naciones cuyas leyes prohiben la importación.
Como
la mayoría de los países hacen caso omiso a las recomendaciones y los
Estados Unidos continúan teniendo problemas con los inmigrantes chinos,
en 1906, a través de la Chinese
Exclusion Act, el Congreso deja de pretextar hábitos farmacológicos
y excluye de plano la mano de obra china. Por toda respuesta, China
decreta un embargo sobre los bienes estadounidenses en su territorio,
de tales proporciones, que ellos mismos lo califican como "el mayor
desastre comercial padecido nunca por América". (9)
Probé
el opio quizá con bastante expectativas en mente respecto a sus efectos.
Me atraía mucho lo que escribió en Opio:
el diario de un adicto Jean Coacteau:
El decir a un fumador en estado continuo de euforia que se está degradando equivale a decirle a un pedazo de mármol que está siendo deteriorado por Miguel Ángel, a un pedazo de tela que está siendo manchado por Rafael, a una hoja de papel que está siendo emborronada por Shakespere o al silencio que está siendo interrumpido por Bach.
La verdad es que con tan altas expectativas el opio
no pudo más que defraudarme. Después de un breve periodo de náusea,
simplemente me sentía demasiado tranquila, demasiado relajada, tanto
que no tenía ganas de hacer o de pensar nada, sino simplemente yacer
quieta allí donde estaba. Lo cual está bien para una tarde o dos, pero
encuentro altamente aburrido pasar el tiempo así.
Me gusta que una droga altere mis percepciones para
tener sensaciones, imágenes, ideas y/o estados qué explorar, o sea,
que me aporte materia prima para pasármela bien y sobre la cual crear
una aventura vivencial o de reflexión. Definitivamente el opio no me
dejó nada, no me pareció ni bueno ni malo, simplemente no me dejó nada
que encontrase interesante. Mi idea de diversión no tiene nada qué ver
con echarme cómodamente en un diván a ver pasar la vida. La simple idea
me da pereza. Tla vez en la vejez, como recomendaba Avicena...
FUENTES DE CONSULTA ACERCA DE LOS
OPIÁCEOS
1. Arias
Carbajal: Plantas que curan y
matan, Editores Mexicanos Unidos, México, 1990.
2. Astorga,
Luis: El siglo de las drogas;
Espasa-Calpe, México, 1996.
3. Brailowsky,
Simón: Las sustancias de los sueños:
Neuropsicofarmacología. FCE-CONACYT, México, 1995.
4. Brau,
Jean Luis: Historia de las drogas,
Bruguera, España, 1973.
5. Burroughs,
William: El almuerzo desnudo,
Anagrama, España, 1975.
6. Burroughs,
William: Junkie, Júcar, España,
1978.
7. Diccionario de Especialidades Farmacéuticas, Edición no. 40, PLM,
México, 1994.
8. Escohotado,
Antonio: Guía de drogas, Ómnibus Mondadori,
España, 1990.
9. Escohotado,
Antonio: Historia General de las
drogas, Tomo II. Alianza editorial, España, 1995.
10.
Fármacos de abuso: Información farmacológica
y manejo de intoxicaciones, Centro Mexicano de Estudios en Farmacodependencia,
México, s/f.
11.
García Liñán, Carmen: Opiáceos,
Árbol Editorial, México, 1990.
12.
Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases farmacológicas
de la terapéutica, 8va. edición, Panamericana, Argentina, 1991.
13.
Heffern, Richard: Secrets of Mind-altering
plants of Mexico, Pyramid Books, USA, 1974.
14.
"Heroin is reasonable safe and a lot of fun", The Sputnik Drug Information Zone, Internet.
15. Identificación de Estupefacientes y Psicotrópicos, Manuales de Capacitación,
PGR, 1994.
16.
Krupp, Marcus et all: Diagnóstico
clínico y tratamiento, Manual Moderno, México, 1988.
17.
Levintal, Charles F.: Mensajeros
al paraíso, Gedisa, España, 1989.
18. Opiates facts: opium, codeine, morphine, heroin, Alcoholism and
Drug Addiction Research Foundation, Toronto, Canada, 1991.
19.
Quincey, Thomas de: Confesiones
de un opiófago inglés, Fontamara, México, 1989.
20.
Schultes, R.E. y Hofmann, A.: Plantas
de los Dioses: orígenes del
uso de los alucinógenos, FCE, México, 1993.
21.
Shulguin, Alexander: "La legalización de ciertas drogas debería
de ir acompañada de educación", Muy
Interesante, Año XVI, No. 2, México, Febrero de 1999.
22.
Snyder, Solomon H.: "Los receptores de los opiáceos y sustancias
opiáceas endógenas", Investigación y ciencia, edición en
español de Scientific American, Mayo 1977, Barcelona, España.
23. Taylor, Norman: Drogas,
Novaro, México, 1970.
24. Verne, Julio: La vuelta al mundo en 80 días,
Alianza Editoral, Madrid, España, 1993.
Fuente: Ls drogas tal cual
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